Al morir Juan I, su
esposa Isabella se queda con la responsabilidad de coronar a su pequeño hijo de
9 años Enrique III lo antes posible y conseguirle buenos consejeros que le
enseñen a reinar, así lo hacen y su reinado se caracterizó por ser más comprensible
y tranquilo si lo comparamos con el de su padre, él se dedico a cultivar las
artes y restablecer la tranquilidad en sus tierras.
Por otra parte, en
Francia Luis VIII moría también dejando a su esposa Blanca de Castilla (que era
sobrina de Juan) viuda y con un hijo de 13 años a quien coronar inmediatamente.
A partir de aquí se
desató una serie de intrigas y envidias entre ambas reinas madre, las dos
ambiciosas que buscaban lo mejor para sus hijos…. Aunque…. Una de las hijas de
Isabella fue prometida en matrimonio con Hugo de Lusignan, el antiguo prometido
de su madre… y ella toda buena y linda se ofreció a acompañar a su hija para
entregarla… y pues terminó casándose con Hugo su antiguo amor, al ser Hugo vasallo
de Francia, esto la convertía en vasalla de Blanca… cosa que no le agradaba ya
que era la reina madre de Inglaterra y esto le pegaba con todo en su orgullo y
se desató una guerra de odio entre ellas… en la que siempre Blanca salía ganando
debido al fuerte sentido del honor que tenía Hugo (aunque era sumamente
manipulado por su esposa) y que siempre terminaba rindiendo honores al rey de
Francia y en una ocasión hasta le quitaron todos sus bienes y Isabella tuvo que
arrodillarse ante Blanca para pedir clemencia.. Después de dicha humillación,
Isabella pensó en como vengarse definitivamente… pensó en pegarle donde más le
dolía y mando a envenenar al rey de Francia , hijo de Blanca, pero al fracasar,
los delincuentes confesaron que Isabella los había enviado por lo que la
persiguieron por traición y corrió a refugiarse a la abadía de Fontevraud (a
donde mas??) donde finalmente se arrepintió y dos años después murió y fue
enterrada.
Tengo sentimientos
encontrados con este libro… por una parte se me hizo muy larga la historia,
porque fue algo repetitivo de la historia del libro anterior… pero ya para
antes de terminar no quería seguir leyendo porque estaba bien picada con la
historia de estas dos mujeres tan fuertes e inteligentes… y no quería que se me
acabara el libro jaja pero al final de cuentas lo disfrute terriblemente…
Se me hizo muy triste la
historia de Juana, la hija de Isabella prometida a Hugo y que luego la mamá le
bajó al marido… sufrí al ver a través de los ojos de una pequeña niña princesa
desde el martirio de ser prometida a un “viejo” (mucha diferencia de edad!) a
enamorarse de él por la forma en que la trataba, luego la vergüenza de que su
madre se casará con su prometido y la utilizaran a ella como rehén para
conseguir la dote de su madre y finalmente terminar prometida de otro viejo y
irse a vivir lejos de su familia… pero cuando iba de visita y veía a otra de
sus hermanas casada y feliz (en su segundo matrimonio porque enviudó muy joven)
ver la felicidad que ella no había podido alcanzar nunca y la forma tan triste
de su muerte… que feo es ser princesa..
cuotes:
cuotes:
—Hermano, abrigo la
esperanza de que te sientas satisfecho cuando llegue tu hora —replicó Juana—.
Pero en tu caso será diferente. Eres el rey y estoy segura de que tu voluntad
será contemplada, en relación con tu propio matrimonio, mucho más que la de una
mera princesa
—Creo —dijo—, que así
como es grande nuestro deseo de tener herederos, el destino perverso los niega.
Pero esto no es más que el comienzo. Hija mía, quizás eres demasiado joven.
Siempre me sorprendió cómo un encuentro casual con una mujer que nos ha
complacido un día o dos tiene como fruto un niño saludable. Ahí está mi propio
Pierre Charles, cuya madre fue una joven excelente, a quien conocí en Arras, y
Felipe, a quien denominé Hurepel, por sus cabellos tan duros. ¿Dónde podrías
encontrar dos jóvenes más robustos? ¡Y ambos bastardos! Pero tú tendrás hijos
sanos… estoy seguro de ello. Estás preparada para ser madre de reyes. (que
forma tan descarada de habla con la esposa)
Cuando descubrió que ella
era inteligente, comenzó a hablarle un poco de las cosas oficiales. Era un
hombre que, si bien se destacaba en la batalla, prefería la paz; dijo a Juana
que deseaba labrar la prosperidad de Escocia y ningún país era próspero en la
guerra. Aunque estaba dispuesto a defender sus fronteras con la vida, prefería
asegurarlas mediante matrimonios como el que ellos habían celebrado, y no a
través de las batallas.
Isabella había dicho:
“Una mujer debe casarse primero para complacer a su familia; después, debe
tener la oportunidad de complacerse ella misma.”
—Tienes razón, Leonor
—dijo—. Si amas… y él te ama… no permitas que nada se interponga en tu camino.
Te casaste una vez por razones de Estado. Ahora tienes derecho a tu propia
libertad —Sólo te digo que si se te ofrece la oportunidad de ser feliz,
aprovéchala. No querrás pasar la vida entera lamentándolo y arrepintiéndote
—Es deber del rey
gobernar a su pueblo, y ¿cómo puede hacerlo sensatamente si no conoce los
problemas de la gente
“Ella es todo lo que yo
no soy”, pensó Isabella. “Lo único que tenemos en común es el odio.
La dejaron sola, para que
descansara y rezase.
Isabella pensó: “De modo
que he llegado a esto. Cuando una mujer tiene que pasar arrepintiéndose los
últimos años es que llegó su fin. La enterraron, tal como ella había deseado,
no en la iglesia sino en la fosa común, pues había dicho: “Fui orgullosa en
vida, pero humilde en la muerte.”
Seis años después de la
muerte de Isabella, Enrique, rey de Inglaterra, realizó una visita a Flontevrault,
y descubrió conmovido que su madre yacía en una tumba común.
Ordenó que retirasen de
allí el cuerpo y lo enterraran al lado de su abuelo y su abuela, Enrique II y
Leonor de Aquitania. Después, ordenó que construyesen una tumba y una estatua
de Isabella, con una túnica flotante asegurada por un cinturón y un velo que le
enmarcaba el rostro