martes, 25 de febrero de 2014

Libro 3. La concubina del rey. Norah Lofts.

la concusinopsis:
Uno de los cortesanos la había retratado despectivamente en cinco palabras: “Es todo ojos y cabello” y, ciertamente, la hija menor de Tomás Bolena carecía de los generosos encantos de la mayoría de las damas de la Corte. Su pelo y ojos negros ya habían pasado de moda en la Corte. Pero la primera vez que el Rey se fijó en la joven de dieciséis años, decidió convertirla en su amante y comenzó el proceso de la seducción real, empezando por romper el romance de Ana Bolena con Enrique Percy... Pero Ana no estaba dispuesta a repetir la historia de su hermana mayor María o de la de cualquier criada esperando ser poseída y descartada por el Rey.
En contra de su voluntad, de su propio sentido común, el Rey quedó cautivado por la joven que iba a ser conocida como “la Concubina”.

Ya saben que eso de la historia y mas de Inglaterra es de lo mío… me gusta, me encanta y mas ahora que ya conozco aquellos lares, y una de mis historias favoritas es la de Enrique VIII que aunque creo que era un cerdo machista pues cambió la historia y el rumbo de un país.
Esta novela esta escrita desde el punto de vista de Ana Bolena que la neta creo que era una viejota bien inteligente pero que le salió el tiro por la culata, pero aun así fue muy lista en apretar y apretar…
Cuando conocí la torre de Londres que es un escenario muy importante en esta historia, conocí la puerta de los traidores por donde Ana hizo su entrada triunfal como una reina y la ironía del lugar donde encontraron sus restos mortales, su “tumba” está bajo el altar de la pequeña capilla del lugar…. revuelto con restos de algunas de sus sucesoras esposas tambien del Quique….. una mujer que en vida pudo hacer tantas cosas y la forma en que terminó…. ironias de la vida no? Karma? destino? tururururu turururu
cuotes:
+ —Tú aseguras que eres libre. Afirmas también que la única persona que puede proporcionarte la libertad es la que te la negará siempre. Tienes que haberte dado cuenta ya de que no nos puedes tener a los dos: al Papa y a mí. Pero cada vez que se trata de decidir algo le eliges a él. —Hablar con tanta franqueza le producía un gran alivio. No obstante, Ana sentía como si se estuviera intoxicando, como si aquellas frases fueran un vino que se le subiese lentamente a la cabeza—. ¿Por qué no aceptar la última oferta del Papa, tan generosa? Catalina ha estado esperando que sucediera esto. Vuelve a ella. Yo no pretendo retenerte por tus promesas. Todo lo que pido es que me dejen en paz, terminar para siempre con esta interminable espera, con tantas promesas que se han revelado tan consistentes como unas pompas de jabón.
Le ultrajaba como si él tuviese la culpa de lo ocurrido. Y Ana sabía que la cabeza le dolía terriblemente. No se había mostrado afectuosa con él; no había intentado procurarle un poco de alivio. La veía como una mujer chillona, vulgar, en aquellos momentos.
Enrique se quedó paralizado, pronunciando entonces las palabras que más daño podían hacer a Ana, después de rebuscarlas cuidadosamente.
—A lo largo de todos los años que hemos vivido juntos Catalina no me habló ni una sola vez en esos términos.
+ Eso no es tan poco corriente como creéis. Yo aseguraría que de cada diez hombres nueve odian a sus mujeres... al cabo de un año de matrimonio. Pero usan de ellas. Las utilizan para lo que Dios las puso en la tierra

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